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jueves, 23 de febrero de 2017

Reseña: Las aventuras de Tom Sawyer (Mark Twain)



Título: Las aventuras de Tom Sawyer
Autor: Mark Twain
Publicación original: 1876
Editorial: Penguin Clásicos


En Las aventuras de Tom Sawyer, Mark Twain recreó una época de cercas blanqueadas y picnics dominicales, cuando el trasiego de la vida desbordaba el Mississippi y la esclavitud estaba a la orden del día; eran los años del antebellum, antes de que la guerra de Secesión marcara la historia de los Estados Unidos. Sin embargo, mientras Tom Sawyer forma una banda de piratas para ir en busca de un tesoro enterrado, o cuando está compartiendo un brebaje con el gato de la tía Polly, lo que se proyecta no es solo el mundo de los estados sureños en el siglo XIX, sino la ilusión de una infancia eterna.



Suele decirse que un clásico es un libro que todos conocen pero que en realidad pocos han leído. Puedo asegurarles que más de una vez hemos asentido de manera automática cuando alguien nos menciona libros de autores clásicos como Austen, Dickens o Verne. Algunos títulos los hemos escuchado nombrar tantas veces y otras tantas los hemos divisado en la librería o en la biblioteca, y ni qué decir de las portadas ¡las conocemos de memoria!. La triste realidad es que jamás hemos leído una página de esas historias. Probablemente mencione un niño pintando una cerca, un par de paseos en bote por el Mississipi, e incluso el nombre Huckleberry Finn les resulte familiar. Las aventuras de Tom Sawyer, siendo uno de los libros más populares de Mark Twain, no escapa a esta condición de falsa sapiencia por parte de muchos lectores. Particularmente me alegra haberme librado de ella para sumergirme una vez más en un clásico.


Las aventuras de Tom Sawyer narra las pericepias de un niño del mismo nombre que titula al libro, quien vive junto a su tía Polly y su hermano Sid en un pequeño pueblo cercano al río Mississipi, al sur de los Estados Unidos. Como punto de partida, nos encontramos con una criatura que, sin ser completamente malintencionado, le hace la vida imposible a su tía, quien página a página se debate entre la rabia y la frustración provocadas por la desobediencia de Tom y a su vez, el amor y la compasión que siente por él y que le impiden sancionarlo de manera alguna, aspecto que logra la libertad inmediata del niño, quien siempre logra escapar ileso.
Su alma traviesa lo conduce a las más peculiares aventuras que vive junto a sus amigos, entre los que encontramos a Becky, Joe Harper y al famoso Huckleberry Finn.


Aunque Mark Twain concibió a Las aventuras de Tom Swayer como un libro para adultos, resultó corresponderse mucho mejor con un público más joven. Es así como, se puede comparar a muchos clásicos infantiles de aventura, que narran diferentes episodios consecutivos e independientes unidos únicamente por los personajes que los protagonizan (como aquella vez en que Tom y compañia jugaban a los piratas o cuando sucede el extravío en la cueva). Aún así, a diferencia del resto, lo que mantiene vivo el interés del lector es un acontecimiento específico que funcionará como hilo conductor, que comenzará como una aventura más en la que los niños se ven envueltos (eso sí, una aventura bien desafortunada en la que también se verá implicado el indio Joe), pero que los perseguirá durante todo el relato, alcanzando su desenlace al tiempo en que se llega a las últimas páginas.

Así como la presencia de la ambigüedad en cuanto a estructura narrativa, otro de los tantos elementos que dan la razón a Twain a la hora de evaluar el rango etario del lector es el factor nostalgia. Aunque los más jóvenes abracen sin prejuicios la historia, es probable que muchas cosas queden fuera de su entendimiento. La naturaleza de Tom, su comportamiento y el estilo de vida que contextualiza el relato, es una explícita evocación al recuerdo de una infancia lejana, donde la imaginación vuela sin límites, no existen las citas previas entre amigos, sino encuentros casuales que terminaban en juegos monumentales, tal como Tom pasa tardes enteras pretendiendo ser Robin Hood, desenterrando tesoros o merodeando en casas embrujadas. Estamos ante una época en donde la búsqueda de diversión era un asunto serio y no un mero pasatiempo.

Tom Sawyer y compañía han nacido de la pluma de Twain para regocijo del lector que añora la infancia humilde, sencilla y traviesa de antaño. No es buena idea afligirse por no haberlo leído a una edad temprana y haber sido, así, un buen compañero de aventuras para Tom. La verdadera esencia del libro se deja ver más adelante, cuando somos capaces de entender ciertas cosas que de niños desconocemos, como los estragos de la esclavitud o la terrible calma que antecede a la tormenta. Y no por esto digo que los más pequeños no lo disfrutarán, sino más bien, me limito a decir que son dos experiencias completamente diferentes. Ustedes me dirán cuál es la más gustosa.



"(...) la promesa de no hacer una cosa es el medio más seguro del mundo para tener ganas de hacerla."


MI CALIFICACIÓN







2 comentarios:

  1. Hola Mary, ¡Qué lindo tu blog! Recién lo descubrí y me encantó.
    Yo leí este clásico hace algún tiempo pero leer tu reseña me recordó lo mucho que disfruté leerlo. A propósito que en el último párrafo creo que quisiste decir "Twain" en vez de "Dickens", ¿no? Igual, loved it jaja

    -Ana Luz

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    1. Hola Ana Luz, gracias por leer y ¡bienvenida a mi pequeño espacio!
      Qué bueno saber que disfrutaste leerlo, la verdad que aún no conozco gente que lo haya leído y no le haya gustado. Btw, GRACIAS. Menudo error el mío jaja *trágame tierra* Podría justificarme con un "es que tengo tantos autores clásicos en la mente" pero NO, a esta altura de la vida es imperdonable (?

      Un abrazo grande.

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