jueves, 4 de octubre de 2018

Reseña: Más extraño que un fanfiction (Chris Colfer)


Título: Más extraño que un fanfiction
Autor: Chris Colfer
Publicación original: 2017
Editorial: VRYA

♥ Gracias a VRYA por el ejemplar ♥

• SINOPSIS •

Cash Carter, de tan solo 22 años, es el actor principal de la reconocida serie a nivel mundial Wiz Kids. Él es un favorito de los los paparazzi, quienes están pendientes de todos sus movimientos. ¿Quién es su cita? ¿Quiénes son sus amigos? Todos desean estar cerca de él. . . o, al menos, lo suficientemente cerca como para lograr una selfie. Cuando cuatro amigos, fanáticos de la serie, planean hacer un viaje por la carretera, deciden escribirle una carta a su más grande ídolo, invitándolo, obviamente sin esperar una respuesta a cambio. Pero lo improbable sucede, y Cash acepta la invitación para sumarse a este increíble viaje. 


Muchos de ustedes probablemente conozcan a Chris Colfer por su papel de Kurt Hummel en la serie televisiva Glee o por su incursión en el mundo literario con la serie infantil The Land of Stories. En mi caso en particular, este es mi primer acercamiento al autor, de quien no me llevo la mejor de las impresiones, pero no por eso dejaré de darle una oportunidad al resto de sus libros que, por cierto, tengo varios de ellos en mi biblioteca. Probablemente esta sea mi unpopular opinion del año, especialmente al saber que Más extraño que un fanfiction fue aceptado bastante bien entre algunos lectores conocidos y el público en general. Aún así, antes de eludir el momento incómodo que representa explicar por qué no me gustó un libro que muchos amaron, me mantendré fiel a la idea que de cada una de mis reseñas está cargada de una opinión cien por ciento auténtica y sincera.

Más extraño que un fanfiction narra la historia de un grupo de amigos, excéntricos a su modo y marginados por la sociedad, que fueron unidos azarosamente gracias a Wiz Kids, una serie televisiva juvenil de ciencia ficción y de la que son fans incondicionales. Todos esos años de episodios compartidos, charlas, debates y bizarras convenciones a las que usualmente asistían, están a punto de culminar con la graduación de los cuatro amigos. Como es de esperar, cada uno de ellos tomará un rumbo diferente, por lo que asistirán a diversas universidades y en algunos casos incluso deberán abandonar la ciudad en pos del futuro anhelado. Así que la mejor manera de cerrar un ciclo tan añorado es un road trip que los llevará por diferentes ciudades en las que seguirán un itinerario con visitas a parques y museos y otras actividades tradicionales del clásico turista, no siendo un viaje envidiable pero están seguros que disfrutarán juntos del paisaje durante un par de días. O al menos eso es lo que creen.

Aunque Mo es la que ha llevado su fanatismo a otro nivel dedicándose a escribir fanfiction, la más extrañas de las historias la escribirá Topher al dejarle un mensaje privado a Cash Carter, uno de los protagonistas de la serie. Claramente no era el primer mensaje que le dejaba al actor halagando su trabajo y agradeciendo el impacto positivo que su personaje tuvo en su vida; lo que no esperaba era que justo, cuando a modo de broma lo invita al viaje con sus amigos, Cash responde. Y sin terminar de entender lo insólito que puede resultar a veces el destino, al día siguiente la ruta encuentra a cuatro fans a bordo de un precario vehículo en compañía de su máximo ídolo.

En términos generales, es una lectura bien estructurada y con un ritmo ameno. Tiene muchos elementos que pueden resultar atractivos al público juvenil como la gran dosis de fanatismo que funciona como el detonante de la travesía y un más que intencionado trabajo en la diversidad de sus personajes. Aún así, cualquier intento de encontrar algún aspecto que en lo personal me resultara atractivo de este libro resultó absolutamente frustrado. 

El primer obstáculo al que me enfrenté es al abuso de los estereotipos. Es un recurso que repite en los cuatro protagonistas, logrando únicamente darme una galería de personajes tipo sin profundidad o detalle alguno que los haga especiales. Me atrevo a decir que Colfer decidió jugarse por el tipo de personajes que fácilmente se ganan la simpatía del lector simplemente porque enfrentan un problema relacionado a la diversidad: cultural, social, de género y orientación sexual. Desde mi punto de vista, esto es una base para la construcción del personaje, un punto de partida quizás, pero llegué al final de la novela comprobando que para Colfer era la única herramienta que parecían necesitar sus personajes para hacer frente a la narración. 

Sam es una chica las primeras páginas del libro. Durante su introducción se nos plantea que no se siente cómoda así y se identifica más como un chico. Esto es algo que sólo lo sabe el lector, ya que Sam lo oculta al resto de los personajes. Aún así, luego de esta introducción y al dejar en claro el conflicto del primer personaje, el resto del libro pasará a utilizar el pronombre masculino. Él. Una pequeña licencia que me provocó ruido ya que nadie más estaba al tanto de la situación. Ahora bien, el recurso cliché es que siendo trans, y al estar avergonzado de su cuerpo, el cual esconde en ropa holgada y masculina, no podía resultar de otra forma que tener una madre fashion victim y ex reina de belleza. A la hora de generar contraste, Colfer no pierde tiempo en sutilezas.

Por otro lado tenemos a Topher, quien está enamorado de Sam. La chica. La perspectiva de diversidad en la construcción de su personaje es una de las más leves, pero no deja de ser cliché. Él es el mártir del grupo y su dilema se basa en su condición económica. Tiene la promesa de un gran futuro en una importante universidad en las afueras de la ciudad pero debe sacrificarlo todo para ayudar a su madre con los cuidados de su hermano menor, quien sufre una parálisis cerebral.

Joey es el peor de los estereotipos. Es gay y su padre es pastor de una Iglesia Bautista. No deja de asombrarme los limitados y poco imaginativos recursos con los que cuenta el autor para darle una sensación de profundidad a las temáticas actuales a las que alude en el libro. Lo que representa toda una novedad es el cuarto personaje: Mo. Siguiendo las reglas de Colfer, ella es la única chica del grupo, donde se canaliza toda la fragilidad, el sentimentalismo y la femineidad. Esto nos lleva directo a su faceta artística, lo que la enfrenta al dilema de querer dedicarse a la escritura creativa cuando su padre ha destinado todos sus fondos universitarios para una carrera más tangible y que le ofrezca una salida laboral real. El detalle no menor en todo esto, son las raíces asiáticas de Mo. Y así completamos el círculo con un vistazo a la diversidad cultural y lo engorroso que puede ser tener un padre demasiado arraigado a una tradición cultural muy disciplinada y rigurosa con algunos matices de soledad y frialdad, a los que tantas veces se recurre para ilustrar las costumbres niponas.

El segundo aspecto del libro con el que diferí inmediatamente es la romantización de los excesos y ciertas actitudes social, ética y moralmente incorrectas. No me malinterpreten, no busco un libro moralista y evangelizador, pero el mensaje del autor me parece erróneo. A lo largo de la trama, los personajes se ven envueltos en situaciones poco agradables, en donde las drogas, las bebidas alcohólicas y el exceso de velocidad parecen ser el medio idóneo para que los personajes logren sincerarse con ellos mismos y con su entorno. Una de las escenas que más indignación me causó es cuando Cash Carter le arranca un secreto a uno de los personajes al hacerle creer que se habían quedado sin frenos luego de acelerar el auto a máxima velocidad por puro placer. No, amigo. El chiste deja de ser gracioso cuando pones en juego la seguridad de otra persona.

Además del mensaje del libro, hay muchos otros elementos que me disgustaron y en los cuales no podría profundizar sin revelar partes claves de la trama. En líneas generales, puedo decirles que me pareció poco liberadora la culminación del arco de transformación de varios de los personajes, porque más allá de si lograron resolver o no sus diferentes problemas, ostentaron tanta superación que solo me transmitió un resentimiento no resuelto lleno de soberbia y arrogancia. 
También puedo agregar a la lista las frustradas justificaciones al comportamiento errático de Cash Carter. Recapitulando, cada uno de los cuatro amigos escondía un secreto, pero no eran los únicos. Carter también ocultó el supuesto motivo que lo llevó a actuar de manera tan imprudente durante todo el viaje, encontrando en el remate final la excusa necesaria a su comportamiento, lo que a mi parecer no deja de embarrar más el mensaje. Finalmente, el desenlace es demasiado perfecto y con abundancia de perdices servidas a la mesa.


El bonus: hay un apartado al final del libro donde el autor deja unas indicaciones sobre la interpretación de su obra. Creo que si un libro está bien escrito, no hay necesidad de explicar el mensaje fuera de sus páginas.


Más extraño que un fanfiction, como dije anteriormente, tiene mucho potencial y atractivo para el público juvenil. Colfer escribe sobre el fandom desde una perspectiva descontracturada y con un toque de humor, acercándonos a un road trip bastante accidentado que es protagonizado por un grupo de personajes que indagan en la diversidad social, cultural y de género. En lo personal, es una lectura que no comparto en absoluto por la deficiencia de su mensaje central y el exceso de estereotipos a la hora de hablar de temas tan delicados.

MI CALIFICACIÓN



SOBRE EL AUTOR


Actor y cantante americano, Chris Colfer es conocido por su participación en la serie de televisión Glee, siendo ganador de premios como el Golden Globe.

En lo literario, Colfer ha publicado varios libros dedicados a la literatura juvenil.


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