Título: La casa del reloj en la pared
Autor: John Bellairs
Publicación original: 1973
Editorial: Alfaguara
♥ Gracias a Penguin Random House por el ejemplar ♥
• SINOPSIS •
Después de la muerte de sus padres, Lewis debe ir a vivir a la mansión de su excéntrico tío Jonathan. Pronto descubre que su tío y su vecina, la señora Zimmermann, no solo son un poco extraños, sino que ambos son magos.
Pero ¿qué es ese inquietante tic-tac que resuena en la casa? ¿Qué peligros se esconden dentro de las paredes de la mansión?
Los padres de Lewis Barnavelt han muerto en un accidente automovilístico y, ante tan trágica orfandad, el niño de apenas unos diez años, deberá dejar su vieja casa para mudarse a New Zebedee, en donde se encuentra la mansión de su tío Jonathan, quien ahora cuidará de él.
Lo cierto es que Lewis jamás ha visto a su tío en persona, pero las malas lenguas le han advertido sobre su excentricidad, cosa que comprueba la noche en que éste va a recogerlo a la parada de autobús. Sin embargo, la bienvenida de aquel extraño hombre de barriga pronunciada y cabello pelirrojo, le transmite una extraña y cálida familiaridad, la cual se acrecienta apenas pone un pie en la gran mansión, al toparse con la señora Zimmermann. Aquella agradable y peculiar anciana, amiga íntima de su tío Jonathan, vive en la casa de al lado pero, luego comprenderá, en realidad se pasa casi todo el día merodeando en la casa de su amigo.
Una noche, Lewis descubre que su tío Jonathan, linterna en mano, se ha pasado un buen rato inspeccionando cada rincón de la casa. Pero el hombre no muestra interés alguno en ocultarle la verdad, por lo que le confiesa que pasada la medianoche se dedica al minucioso trabajo de apagar cada reloj de la casa. Bueno, no todos. Un incesante tic-tac es el único que no puede ser aplacado, porque nadie sabe exactamente de dónde proviene...
En realidad, es un hecho que el sonido proviene de las paredes, pero también es una triste realidad que deberían tirar abajo la casa entera para descifrar su ubicación exacta. Sin embargo, Lewis no tiene suficiente tiempo para esa clase de misterios, ya que ha destinado todos sus esfuerzos intentando ganar la simpatía del niño más popular del pueblo, ya que por su aspecto físico y su poca habilidad para los deportes es constantemente marginado por sus compañeros de clase. Desde que descubrió que la excentricidad de su tío Jonathan y de la señora Zimmermann no vienen solas, sino que todo este tiempo le ocultaron que son magos, Lewis se ha valido del inusual talento de éstos para llamar la atención de Tarby, incluyendo en la lista de aventuras observaciones de eclipses de luna o accidentados paseos por el cementerio.
En ésta última excursión, Lewis se entromete con la paz de los difuntos y desata una catástrofe que, aunque en un principio él no lo sospecha, está íntimamente ligada al misterio que esconden las paredes de la mansión...
La primera curiosidad a notar sobre este libro es que, si bien cobró relevancia en los últimos meses con el estreno de su adaptación cinematográfica introduciendo las actuaciones de dos grandes talentos como Jack Black y Cate Blanchett, La casa del reloj en la pared fue originalmente publicado en 1973. Con más de cuatro décadas en el mercado, le siguieron otros títulos sobre las aventuras de Lewis Barnavelt, llegando a conformar una serie de doce libros en total, de los cuales los tres primeros fueron íntegramente escritos por John Bellairs. Los siguientes tres los continuó el escritor Brad Strickland a partir de los manuscritos incompletos de Bellairs luego de que éste muriera, a lo que continuó escribiendo desde cero las entregas que siguieron, hasta completar la serie, cuyo último libro fue publicado en el año 2008.
Magia y misterio colman en partes iguales las páginas de este middle-grade de horror gótico, reuniendo todos los elementos narrativos que cautivan a los niños hambrientos de historias espeluznantes: un gran enigma que resolver, una atmósfera sombría, escenarios sumidos en una espesa neblina, personajes principales con el toque justo de excentricidad y, como buen amortiguador, toda la calidez familiar que puede contener un plato de galletas recién horneadas.
Aunque se trata de un libro breve y con un estilo narrativo de lo más sencillo, la historia sorprende gratamente al proponer tramas secundarias tan interesantes como la principal y al no enfocarse de manera monótona y exclusiva en el enigma del reloj. Es curioso que por un momento Lewis se muestre completamente desinteresado por las peripecias de Jonathan a altas horas de la madrugada mientras intenta localizar el fastidioso tic-tac, lo que normalmente llamaría la atención de cualquier niño y que, en su lugar, se dedique de lleno a sus desesperados intentos para ganar la amistad de Tarby, un niño que ni siquiera muestra un ápice de amabilidad o simpatía por él. Y de este modo, aunque la narración tome un camino alternativo, la obstinación de nuestro protagonista por tener un amigo a cualquier costo, lo llevará, sin sospecharlo, a la resolución del misterio inicial.
Una vez más se hace presente en la literatura infantil-juvenil el poder de la magia y el rol que desempeña en la batalla que libra el bien contra el mal. En ambos bandos observamos curiosos personajes, dispuestos a cautivar al lector desde la originalidad de su construcción, permitiéndonos encontrar una selección de lo más variada y atractiva. Por un lado encontramos a Lewis, un niño de baja autoestima por su sobrepeso cuya terquedad es más grande que su cobardía, lo que lo lleva a la desafortunada costumbre de fisgonear en asuntos ajenos y, lo que más curiosidad me causó, fue su debilidad por los libros de historia de su tío, llegando a devorar gigantescos volúmenes como si se tratara de asombrosas novelas de aventura; también tenemos al tío Jonathan, un ser sumamente estrafalario y que, a pesar de tener a Lewis a su cargo, no funciona necesariamente como su mentor, ya que posee un conocimiento limitado sobre el misterio de su mansión como así también de las aventuras que vive su sobrino, además de parecer muy ensimismado en sus propios asuntos. Sin embargo, el hombre nunca deja de ser una fuente de amor y consuelo para el niño, complementándose con la señora Zimmermann, que aparece y desaparece como un fantasma y tiene la gran y deliciosa habilidad de aparecer con galletas recién horneadas cada vez que Lewis necesita un mimo. Incluso las breves apariciones de personajes antagónicos como la señora Izard o Mangomartillo dan un toque muy pintoresco al relato.
La casa del reloj en la pared es una excelente presentación para la serie de libros que, vale aclarar, pueden leerse de manera independiente, teniendo solamente como común denominador las diferentes aventuras de Lewis Barnavelt, su protagonista. En esta primera entrega del middle grade de horror gótico, priorizando la corta edad del público para el que fue escrito, se logra una impecable ambientación con la ingeniosa combinación de escenarios fríos, brumosos y espeluznantes con la calidez y el sutil sentido del humor de sus excéntricos personajes, potenciando las diversas tramas que mantienen el interés a lo largo del relato y que convergen en la resolución del misterio inicialmente planteado. Sin dudas, no solo es una lectura ideal para los lectores más audaces entre el público infantil, sino también un elemento de añoranza para quienes crecimos con este tipo historias, tan horripilantes como adictivas.
“Uno no puede prepararse para todos los desastres que podrían ocurrir en este terrorífico mundo nuestro.”
MI CALIFICACIÓN
SOBRE EL AUTOR
John Bellairs (1938-1991) fue un novelista americano de novela de suspense y género gótico. Su obra más conocida es La casa del reloj (1973) y la novedosa novela de fantasía The Face in the Frost (1969). Bellairs combinó la escritura y la enseñanza desde 1963 hasta 1971; cuando decidió dedicarse solo a la escritura. Durante su carrera publicó quince novelas juveniles; que fueron traducidas a varios idiomas; y dos de ellas se rodaron para televisión.
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